Entrevista a Leandro Díaz y Carlos Chávez, dos de los 60 compañeros incriminados por un acto, en el año 2007, de los movimientos sociales, en La Plata. Fueron a reclamar trabajo, planes sociales o una respuesta en un momento donde todavía los bolsones de probreza eran presencia real en ese territorio, ese Gran Buenos Aires profundo. Luchadores sociales que ahora serán juzgados como delincuentes. Esta es su historia.

“Era la media mañana del 17 de diciembre de 2007. En La Plata. Nosotros en ese tiempo militábamos en el MTD (Movimiento de Trabajadores Desocupados). Había otras dos agrupaciones, el Movimiento Popular 29 de Mayo- era parte del MPA) y la Agrupación Evita Capitana. En total seríamos unos tres mil compañeros y compañeras. También había chicos. Por lo menos, nosotros llevamos nuestros hijos. No esperábamos que pasara nada –como fue cuando la masacre del Puente Pueyrredón, cuando asesinaron a Kosteky y Santillán. Ahí si fuimos sin los pibes. Se sabía que podía haber quilombo. Pero ese día, no. Y ese día nosotros nos encolumnamos hacia el Ministerio de Desarrollo Social de La Plata reclamando por fuentes de trabajo, por planes. Era el 2007 no ahora. Llegaban las fiestas había muchos compañeros en la banquina. Fuera de juego. Y habíamos tenido encuentros previos con el ministro, pero no respuestas. Entonces nos mandamos…”

- ¿Y ahí se armó la cagada?

Leandro Díaz, que venía contando, mira sorprendido. Y después sonríe. Y sí. Se armo la cagada. Y mire, usted sabe, cuando a uno le pasa algo importante en la vida, por un error, por lo que sea, después uno revisa mentalmente ese acontecimiento que no te deja dormir ni, como en este caso, vivir tranquilo. Y todo hace parecer que nos tendieron una cama. Porque siempre que hacíamos marcha, la policía ponía vallado una cuadra antes del ministerio y no podíamos llegar. Y ese mañana nos hicieron un cordón y llegamos directamente ante el edificio del Ministerio sin ningún problema…

- ¿Hacía calor?

- ¿Qué?

- Estaban en diciembre. ¿Hacía calor…?

- De puta madre. Si nos cocinaban los chicos. Bueno. Estábamos ahí en el agite cuando comenzaron a escucharse dentro del Ministerio bombas de estruendo. Y ahí comenzó la represión. No había manera de escapar. La calle se nos volvió una ratonera y muchos nos metimos dentro del Ministerio. Los demás se ligaron los palos y los gases y se reagruparon lejos. Pero una de los movimientos, se largaron con todo contra la policía. Una batalla campal como yo no había visto. Y mire que venimos de la Aníbal Verón, que estuvimos en cortes, las tomas, en el puente de la masacre, pero como se largaron estos… compañeros, yo no había visto. Cómo daban.

- ¿Estilo Quebracho?

- No. Quebracho hace bardo, pero ellos hacen un gesto político. Uno puede estar de acuerdo o no, pero ellos saben que están haciendo y no tienen gente fuera de control. No. Acá está agrupación –¿hermana tengo que llamarla?- era el descalabro. Esto se lo digo porque de alguna manera, unos más otros menos, todos apoyábamos al gobierno nacional. Nosotros, prácticamente fuimos tratados de traidores por los de la Verón –ahora ellos cambiaron- precisamente por este apoyo al gobierno nacional.

- ¿Pero el diablo metió la cola?

- Para mí hubo cama. Que la policía nos haya dejado entrar al Ministerio sin oposición… que un sector o uno de los movimientos haya salido a una pelea brava., pero brava en serio. Como daban. Y recibían. Todavía sacan una pancarta que habían llevado que decía “Ministerio tomado por el pueblo”. Y todos en la ratonera. La cosa que terminamos unos 60 compañeros metidos en el Ministerio. Y ahí nos agarraron. De nuestro grupo, éramos 12 mayores y 3 menores.

- ¿Mujeres?

- Sí, varias. Ahí nos llevan a la Comisaría 1º de La Plata, nos hacen tocar el pianito y nos salvamos de la paliza porque ya andaban los compañeros de los derechos humanos, los abogados. Y la causa se caratuló como daños y lesiones y a las 12 de la noche, exactamente, nos liberaron.

- ¿Eso fue todo?

- Eso creímos. Al otro día llega el gobernador Scioli al ministerio, como ve los destrozos, que había un policía que tenía parte del cuerpo quemado, ahí cambian la carátula, por lesiones graves, daños calificados y uso de menores, entre otras –ya el compañero le va a mostrar mejor. Pero aparece el fiscal y manda pedido de captura para todos. Y ahí empezó el infierno. Y todavía estamos en el infierno. En pocos días nos van a llamar a declarar y, por lo que sabemos, nos dejan pegados…

Ese infierno tan temido

Leandro Díaz deja mate que se había enfriado en su mano. Y mira al amigo y compañero como para que tome la posta. Carlos Chávez es uno años mayor que Leandro. De una carpeta saca todos los expedientes de la causa, además las tiene en un CD. Deja legajos sobre la mesa. La India saca fotos. Al, fondo, en la redacción, y las compañeras.

- Carlos ¿porqué piensan que los dejan pegados?

- Mire. Hay un antecedente. Un compañero de otra agrupación que estuvo también en el ministerio y también bajo el mismo encuadre judicial que nosotros. Este compañero, evidentemente lo tengo que llamar compañero aunque son desvíos que no tienen que ver con la militancia ni con el hombre nuevo ¿no? Bueno por un hecho personal: este “compañero” golpea a la mujer que estaba embarazada y ella lo denuncia a la policía y además les cuenta que había estado en la toma del ministerio y, en la requisa le encontraron armas y lo llevaron, los juzgaron y le dieron 10 años por lo del ministerio y cuatro por portación de armas.
- ¿Diez años? ¿No es mucho? Era una protesta social…

- Diez años. Nosotros sabemos que nos van a llamar en menos de quince días, lo sabemos por los abogados. Y cuando fuimos detenidos, ese 17 de diciembre, no hubo ningún disparo de armas de fuego ni nadie sacó –al menos que nosotros viéramos. Pero después que fue Scioli y se cambia la carátula, aparecieron armas de fuego. Sembradas por la policía, pienso. Y sí, era una protesta social. Que un grupo o parte de un grupo se desmadre, no puede ser que todos seamos juzgados como asesinos. Es como cuando una barra brava se desmadra en una cancha de fútbol y los palazos los ligan los inocentes.

- ¿Inocentes? Que palabra ¿no?

- Sí. Inocentes –dice Carlos Chávez. Chávez tiene una manera suave de hablar. Es como esos hombre más dispuestos a escuchar que a apresurar la palabra. Por último, después de una pausa larga, dice: Sabe, han destrozado vidas. Cuando mandan la orden de captura, todos pasamos a escondernos, a la clandestinidad, por decirlo así. Las compañeras viviendo en casas ajenas, con sus hijos sin ir a la escuela, ya perdiendo el trabajo mínimo que se pudiera tener., ya viviendo así, a la deriva. Eso fue la etapa más triste de mi vida. Y creo, de la vida de mis compañeros. Fuimos a una protesta para pedir trabajo y terminamos siendo prófugos de la justicia. Somos luchadores sociales, amamos nuestro pueblo y luchamos por el derecho al trabajo, a la vida digna. No somos delincuentes. Una de las compañeras murió de un infarto. Hay otro enfermo, padeciendo.

- Todo muy lindo pero marche preso.

- Esperemos que no. Ya hubo demasiado. Allanamientos, allanamiento a casa de los padres de los compañeros, las familias metidas en un desguazado, como ladrones. Si uno pudiera hacer volver el tiempo, borraría aquel 17 de diciembre de 2007. Todo fue derivando y mientras esto pasaba, el país cambió, estamos con Cristina. Hemos formado la Agrupación 8 de Octubre, estamos desde hace dos años en el Frente Transversal del compañero Edgardo, y estamos en la CTA. Y lo que se pide es justicia. Y lo que se espera es justicia.

- Quedar pegados por otros o por la cama que les metieron…

- Hay algo cierto, no podemos salir a denunciar compañeros, aunque estén equivocados, aunque la palabra compañero quede grande y que ellos hayan hecho torpezas, por llamarlas de alguna manera, nosotros no podemos ponernos a denunciar ¿Qué seríamos entonces? Por ese camino no vamos. Y nosotros, nuestra organización entró al ministerio empujado por los gases y la policía. No dejaron esa cueva como refugio. Y este es el precio de la trampa.

- ¿Algo más?

- Sí. Quisiera que escuche a dos compañeras que también están bajo proceso. Les vamos a decir que vengan y hablen. De esta manera vamos hacia la verdad. Y le insisto, somos luchadores sociales, no delincuentes. Ahora seguimos siendo luchadores sociales. Por trabajo para todos, por vida digna. Es lo que podemos decir. Gracias.

Foto India Rodríguez

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