Los empleados cumplen jornadas extenuantes y en condiciones degradantes. Una crónica que pone en evidencia una red de empleo irregular disfrazado de falsas asociaciones. Un negocio que todos conocen y nadie controla.

Puntualmente a las 20 horas de cada día, la música pop que suena en una de las FM locales se interrumpe y la voz áspera del locutor brinda la información correspondiente a la “actualidad portuaria”, que no es más que una convocatoria a los trabajadores para presentarse de madrugada en las cooperativas para realizar la tarea de la faena del pescado. “Los peones Luis y Eduardo, junto con los fileteros tomaditos de la mano, cantando el arroz con leche se presentan de la mano a las 7 horas”, avisa no sin algo de sorna el locutor. También suspende o pide certificados médicos por la radio. Del otro lado, los fileteros escuchan atentamente en sus casas el llamado, ya que representa la única oportunidad de ganarse una paga diaria, siempre que haya pescado para cortar.

Cobran por kilo cortado, no les hacen aportes sociales, no tienen cobertura de salud alguna y ni tienen el menor margen en las ganancias de las cooperativas de trabajo de las cuales son “socios”.
La impunidad se transmite y avisa por radio. Parece el último de los mundos, pero ocurre en la Argentina, más exactamente en Mar del Plata.

“Hoy tengo 51 años y por la edad casi no me dan empleo. Accedo al trabajo cuando hablan por changas, cuando hablan por la radio.

Llaman a las 3 de la mañana.

Usted tiene que estar a las 12 de la noche aunque llueva. Yo siempre trato de ser la primera. Sale el capataz, me mira, y como soy grande me pasan a un lado y toman a otra gente más joven. Es así como se maneja todo en Mar del Plata”, afirma María Aurora, y su testimonio se repite una y otra vez entre los trabajadores consultados por Tiempo Argentino.

En la gran mayoría de los establecimientos, en los que se procesa el pescado, los obreros son sometidos a jornadas de 12 o 14 horas de trabajo, sin proveerlos de la indumentaria adecuada, ni de los materiales que necesitan para realizar el trabajo que deben ser adquridos por los propios fileteros. Trabajan sin las condiciones adecuadas de seguridad e higiene, padecen problemas de salud y no tienen ningún tipo de cobertura médica.

Puede haber diferencias de calidad en los establecimientos, pero la gran mayoría tiene un denominador común: el armado de falsas cooperativas. ¿Cómo funciona este sistema? La mecánica es bastante simple. Las grandes empresas tienen flotas de barcos y acceso a la materia prima. Cuando la traen a tierra necesitan procesarla. Si bien antes de la década de 1990 lo hacían ellas mismas con empleados en blanco o a partir de otra empresa, en las dos últimas décadas, para ganar “competitividad” redujeron en forma drástica los costos laborales.

El instrumento utilizado fue el armado de cooperativas, donde colocan como presidente a algún ex empleado de su confianza. Ese “mandamás” es el encargado de reclutar a la gente. Los beneficios de ese sistema para los empresarios son más que claros.
“En primer lugar, no tienen trabajadores registrados como en los viejos convenios. Y en segundo lugar, evitar los períodos de inactividad. Es decir, como la actividad pesquera tiene períodos donde no se trabaja por las vedas, los convenios antiguos decían que a la gente había que pagarle un fondo de garantía para los meses no trabajados”, explica el abogado laboralista Leonardo Martínez Bordaisco, conocedor en profundidad de la problemática. Y acota: “Con este sistema se evitan los fondos de garantías, se trabaja cuando hay pescado, y se gana a destajo como si fuera un trabajo independiente.” En muchos casos se faena en lugares precarios que los trabajadores denominan “covachas”, donde –siempre de noche y en forma clandestina– el proceso se lleva a cabo sin las menores condiciones de higiene y seguridad, lejos del control bromatológico del Senasa.

La paga se realiza al final de la jornada, y ronda $ 1,30 por kg . Un experto puede faenar hasta 200 kg en unas 9 horas, pero el promedio general es bastante inferior, ya que en el universo de empleados hay mujeres que bordean la edad de jubilación, e incluso gente que acarrea diversos tipos de patologías provocadas por la tarea, donde las artrosis en las extremidades son las más frecuentes.

Para Roberto Villaola, titular de la Unión de Trabajadores de la Pesca y Afines, se trata de un sistema mafioso por lo “grosero” de las irregularidades detectadas, y denuncia la connivencia de empresarios, sindicalistas y autoridades locales. “¿Cómo hace una firma que produce 400 toneladas de merluza, para procesarla con los 30 fileteros que tiene en blanco? Con esa cantidad sólo podrías cortar un 15 o 20% de la materia prima, el resto está en negro”, asegura.

Según el dirigente gremial de la CTA, que forma parte de la Federación de Trabajadores de la Industria, es difícil precisar el número exacto de falsas cooperativas, aunque serían unas 100 o 150, y afectan a alrededor de 8000 trabajadores. “Los empresarios ni se molestan en ocultarlo.
Por ejemplo, el Grupo Moscuzza SA, uno de los más importantes y dueño del club de fútbol Aldosivi, tiene a dos cooperativas de trabajo funcionando dentro de su propia planta procesadora”, afirma Villaola.
Y agrega: “La presidenta ha demostrado tener mucho coraje.
Tenemos la esperanza de que actúe para mejor la situación de tanta gente”, concluye.

Secreto a voces - Los fileteros trabajan a destajo. Cobran $ 1,30 por kilo y en pésimas condiciones laborales. Dicen que son socios pero todos saben que no es así.

La cifra 12 % es lo que aumentaron las exportaciones a Brasil de productos pesqueros durante el primer trimestre del año con respecto a 2010. España se ubicó en el segundo lugar.

Una práctica que nació en los años noventa
El galardón “Bialet Massé” que otorga la provincia de Buenos Aires premia la excelencia académica en investigaciones ligadas al mundo del trabajo. En 2009 fue otorgado a Estela Lanari y Romina Cutuli por una investigación centrada en la industria pesquera de Mar del Plata. Para las especialistas, fue a comienzos de la década de 1990, cuando tuvo lugar una escalada de precarización y desempleo vinculada a transformaciones en el modo de explotación de los recursos pesqueros.
“El perfil tecnológico de la flota que ingresó, con buques congeladores y factoría, eliminó mano de obra en tierra, remplazando el trabajo humano y acor tando el proceso de producción (…) en ese contexto, las empresas locales se acoplan a la tendencia de la tercerización, a fin de desprenderse de los compromisos económicos y legales que conlleva el vínculo laboral”. De este modo, gran cantidad de trabajadores en relación de dependencia cayó en picada, ya que pasaron a ser “socios” de cooperativas. “En 1986, el sindicato de Obreros de la Industria de la Pesca contaba con 5000 afiliados, y en 2002 alcanzó su punto más bajo con 850”, afirman.
El Tribunal de Trabajo Nº 2 no se anduvo con vueltas y en un fallo de 2006, dio lugar a la demanda promovida por Víctor Alberto Bordón contra una cooperativa. En este sentido, la sentencia afirma “que hubo relación de dependencia entre el actor y la citada Cooperativa de Trabajo Mi País Ltda., la que en la práctica ha funcionado bajo tal denominación a título de nombre de fantasía, pero por fuera del marco legal indicado. Es lo que podemos categorizar como Cooperativa “trucha”.


Ver en línea : Ignacio Chausis ichausis@tiempoargentino.com.ar

Portada del sitio || Noticias || Por nuestros gremios || Graves denuncias en el sector pesquero