En un reportaje publicado en la edición del domingo del diario Página 12, Hugo Yasky habla sobre los temas más sobresaliente durante la 100ª Reunion de la OIT, en Ginebra como la crisis europea y la experiencia de Sudamérica en la salida del ajuste.

“Van hacia un callejón sin salida, ya lo vivimos”

Dos realidades diferentes confrontaron sus respectivas experiencias en la centésima reunión de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en la última semana en Ginebra, Suiza. Por un lado, el fracaso de los partidos de izquierda de Europa en dar respuesta a los conflictos sociales generados a partir de la crisis mundial. Esta condición alimentó en el encuentro de la OIT las posiciones más retrógradas de las representaciones empresarias participantes, muchas de las cuales creen ver en estos fracasos y las derrotas electorales de partidos y alianzas de izquierda (la última fue en España y hoy casi con seguridad se sume la de Portugal) un reflujo histórico que vuelva a entronizar a las prácticas y modelos neoliberales. Pero del otro lado aparecen las experiencias recientes de los países latinoamericanos, que demostraron como vía efectiva de resolución a agudas crisis económicas y sociales, las alternativas progresistas y de centroizquierda, como la desa-rrollada en los últimos ocho años por países como Brasil, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Uruguay y Argentina. Este elemento fue tomado por las delegaciones sindicales de distintas regiones del mundo para insistir en los límites y contradicciones de las políticas seguidas en los ’80 y los ’90. “Ya no es posible seguir planteando que la alternativa es entre el neoliberalismo o el abismo, como se hacía en Argentina en la etapa del menemismo y después también con la Alianza en el gobierno, y ahora se les pretende hacer creer a los pueblos sometidos al ajuste en Europa”, denunció Hugo Yasky, ayer desde Ginebra, en una entrevista telefónica con Página/12.

Yasky fue uno de los integrantes de la delegación argentina a los que les tocó relatar lo vivido en nuestros países a lo largo de los últimos años. “Prácticamente no hubo discurso de representante sindical que dejara de mencionar a la Argentina del 2000 y 2001; este fue un tema recurrente en el debate. Los países que están amenazados por la crisis ven como un espejo la Argentina de aquellos años, como una advertencia del callejón sin salida al que llevan los planes de ajuste de la receta neoliberal”, contó Yasky.

–¿Pusieron al modelo neoliberal en el banquillo de los acusados?

–No sólo al modelo neoliberal, es el sistema capitalista el que está cuestionado. Aparecen límites y contradicciones que no son solamente del modelo. El libre mercado ya no puede postularse como una solución para resolver los problemas del crecimiento y, a la vez, de las necesidades sociales. Lo que estaba en debate era el Pacto Mundial por el empleo, en la base de la discusión. Pero el telón de fondo es la crisis europea, el fracaso de los partidos de izquierda, las derrotas socialistas en España y probablemente mañana (por hoy) en Portugal. Y frente a esto, hoy países como el nuestro, junto a Brasil y Uruguay, pueden anunciar que avanzaron en la firma del Convenio 102 de la OIT, que establece normas mínimas para la seguridad social, asumiendo los beneficios de la previsión social como un derecho humano y no como un insumo de mercado.

–¿Y esa experiencia sudamericana cómo es recibida por los países desarrollados, tanto por empresarios como sindicalistas?

–Para las demás centrales sindicales es una referencia. La experiencia argentina es un espejo, en el que la crisis del 2000/2001 es lo que viene después de las políticas de ajuste. Y lo que noso-tros venimos a ofrecer ahora es la experiencia de cómo, en el marco de políticas que transgredieron las reglas que imponía el modelo neoliberal y el discurso empresario para el sistema previsional, otra solución es posible. Acá, en Ginebra, las delegaciones empresarias vienen a defender los sistemas de capitalización y el paradigma del mercado, según el cual un régimen previsional es posible sólo si los aportes del trabajo formal lo financian. Al imponer la ley de lucro al sistema previsional, desaparece la solidaridad del sistema y aparece la idea del régimen de capitalización individual como única salida. En nuestros países vivimos esa experiencia, la consecuencia fue que los trabajadores se descapitalizaban y los dueños de las AFJP hacían grandes negocios, mientras que millones de trabajadores y jubilados quedaban afuera del sistema. En el marco de la crisis financiera mundial, en 2008, Argentina transgrede esas reglas y vuelve al sistema público. En ese marco, no sólo se rescató el sistema, sino que mejoró sustancialmente el ingreso de los jubilados y hasta fue posible que, de los mismos fondos previsionales, hoy tengamos una Asignación Universal por Hijo inclusive. La experiencia argentina hoy se toma como modelo en la OIT.

–La experiencia latinoamericana es muy contundente. ¿Desde dónde insisten, argumentalmente, los sectores empresarios para defender el régimen de capitalización?

–Acá se plantea como único argumento la inviabilidad de todo lo que está afuera del sector privado. Es un discurso que ya conocemos sobradamente en Argentina. Es el planteo de que hay que seguir las reglas del neoliberalismo o, de lo contrario, caer en el abismo. Lo planteaban en la época del menemismo, pero también después con la Alianza.

–... que volvió a llevar a Domingo Cavallo al gobierno.

–Exacto. La experiencia posterior demostró que otro tipo de solución es posible. Por eso lo que sucedió en Argentina, desde la vereda del sindicalismo mundial, es citado con tanta insistencia.

–¿Y desde la vereda patronal, la postura es negar lo sucedido en Argentina y otros países de la región con gobiernos que transgredieron el modelo neoliberal?

–Hay una actitud no sólo de negación, sino también de resistencia a los cambios. Y bastante activa, a veces extremadamente retrógrada. Un sector empresario, por ejemplo, sigue pugnando para que se incluya a Uruguay en una lista de países a los que se le llama la atención por sancionar leyes que supuestamente violan las libertades y los derechos empresarios. ¿Sabe a qué leyes se refiere? A las que reglan la defensa del derecho a la fuente de trabajo, a las que sancionan a los despidos sin causa. En este punto acompañamos la fuerte oposición de la central sindical uruguaya, el PIT-CNT, a que se incorpore semejante llamado de atención hacia el gobierno de José Mujica.

–¿Qué sectores empresarios son los que hicieron ese planteo? ¿Se pueden identificar?

–La iniciativa provino de las entidades patronales uruguayas, pero los verdaderos impulsores son grupos empresarios ligados a capitales europeos, grupos de poder multinacionales que miran con recelo todo lo que está sucediendo en el Cono Sur, porque muestra que hay otra posibilidad, otra forma de hacer las cosas, en lugar de la verdad única, del pensamiento único que ellos promovieron.

–Son los capitales que resultaron los principales beneficiarios de las privatizaciones en la región...

–Y siguen aferrados a la letra cruda de las políticas de ajuste del FMI, al paradigma de que el único modelo posible es el que se basa en la precarización laboral, en el achicamiento del sector productivo, en la reducción del gasto público, aunque la secuela sea la desocupación masiva.

Son la expresión de resistencia a los cambios de paradigmas que se produjeron en la región. El planteo que llevaron Cristina y Lula al Grupo de los 20, referido a las consecuencias de las políticas de ajuste y a la necesidad de volver a modelos que protejan el empleo, se grabó con mucha fuerza en estos debates. Atraviesa cada uno de estos foros en los que se centra la discusión sobre el rebote que va a provocar la aplicación de políticas de ajuste en Europa sobre los países periféricos. Por eso no vamos a aceptar este tipo de extorsiones ni expresiones en contra de los derechos de los trabajadores de Uruguay. Ni vamos a aceptar transacciones de bajarnos de una denuncia nuestra para que ellos se bajen de ésta.

–¿Hubo algún planteo en ese sentido?

–Las centrales sindicales que estamos participando de esta reunión de la OIT pedimos una mención a la situación de Colombia, con una clara advertencia a su gobierno por el asesinato de dirigentes sindicales. En los últimos días se han reportado otros dos asesinatos en ese país. Sabemos que hay una intención conjunta de las centrales empresarias de Sudamérica para lograr que nos bajemos de pedir la inclusión de ese punto entre los llamados de atención a los gobiernos. Algunos estarán pensando en negociar el reclamo contra los derechos laborales en Uruguay contra la denuncia por los asesinatos en Colombia. No va a haber transacción de uno por otro.


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