Desde muy temprano, las compañeras y compañeros de diversas regionales y organizaciones de la CTA fueron llegando al punto de concentración. Se destacaban las banderas del conurbano y de la ciudad de Buenos Aires, pero también de la CTERA -con las fotos de Marina Vilte, Isauro Arancibia y Eduardo Requena, sus queridos desaparecidos-; de SICA, APA, del Frente de Trabajadores Estatales-Lista Azul de ATE, de Comercio-FETIA, Actores, SUTEBA y, por supuesto, de la Juventud de la Central.

En muchas ciudades del país la escena se repetía. En Tucumán, por ejemplo, nuestros compañeros de la Central rendían homenaje a los trabajadores desaparecidos en el centro clandestino de detención de Pozo de Vargas; en Bariloche, colaboraban pintando en la calle los históricos pañuelos blancos de las Madres. En la Avenida 9 de Julio, la CTA enarbolaba como una bandera más un canto distintivo: "No hay olvido/son trabajadores/los desaparecidos".

Nuestro secretario general, Hugo Yasky, luego de llegar al punto de concentración de la columna, se dirigihitoó más tarde a la cabecera de la marcha, mientras que el resto de los compañeros de la Mesa nacional presentes se aprestaban para caminar hacia la Plaza bajo la bandera de la CTA.

Es verdad que hubo que esperar más de dos horas antes de salir -y el sol apretaba- pero más pudieron las ganas. Finalmente, la columna de la Central encaró por la calle Hipólito Yirigoyen y, de este modo, pudo ingresar a la Plaza llevando la bandera hasta el borde del palco.

Una verdadera multitud acompañó la lectura del documento de los Organismos, comprobándose una vez más que el compromiso y la conciencia adquiridos en estos 38 años refuerzan, en cada conmemoración, la imagen ejemplar de nuestro pueblo con sus luchas, y de las políticas de Estado recientes en materia de Memoria, Verdad y Justicia.

Ya al atardecer, las banderas de la CTA se sumaron a las demás insignias populares en el predio de la ex ESMA. Se cumplía la primera década desde que Néstor Kirchner, en un gesto y una decisión imborrables, pedía perdón en nombre del Estado a los familiares de las víctimas del terrorismo dictatorial y recuperaba aquellas siniestras instalaciones para la democracia y la memoria histórica de nuestro pueblo.
Con más de 500 genocidas en cárceles comunes, 110 nietos recuperados y abiertos los juicios de varias megacausas, la inagotable lucha popular por Memoria, Verdad y Justicia tuvo, en la jornada de ayer, un mojón más, un hito de aquéllos que balizan para siempre el camino de los pueblos hacia su liberación definitiva.-

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